Pepita bailando en una fiesta realizada en la calle

Cuando vine a vivir a esta calle, hace aproximádamente doce años, no conocía a nadie.
Yo iba a la piscina a nadar y me hice amiga de una mujer, Enriqueta. Uno de los días que tenía natación, volviendo a casa con mi nueva amiga que también volvía a casa, descubrimos que éramos vecinas, la distancia que nos separaba eran apenas dos casas . Enriqueta fue la primera persona que conocí en esta calle y ese para mí es un recuerdo feliz.
También recuerdo que al principio de vivir aquí, limpiando el balcón me quedé encerrada y Paco, mi vecino de enfrente, sin apenas conocerlo, fue a buscar a mi hijo al trabajo para avisarle de que su madre no podía salir del balcón.
También me dejan un grato recuerdo las fiestas de moros y cristianos celebradas en la calle.
Y el refugio de guerra que descubrimos bajo de casa cuando empezamos a hacer la obra, que comunicaba con cuatro casas de esta calle.