En la imagen Enriqueta de pequeña en la calle

Yo tengo muchos momentos. De mis 50 años, sólo he vivido 11 años fuera de esta calle. Te diré unos cuantos según me voy acordando y tú escoges el que te guste.

Me acuerdo cuando venía del colegio con mi amiga Francisca que vivía donde vive ahora Pili. Cogíamos la merienda que unas veces era tomate rallado con aceite y sal en un bocadillo y otras veces íbamos al horno que hay en la calle Cervantes y me compraba una ensaimada recién hecha con chocolate y luego jugábamos a la goma con más niñas del colegio o bien salíamos a patinar tambien a la calle. Algunos días merendábamos en casa de mi amiga, lomo frito en un bocadillo (no he probado otro lomo tan bueno). Y jugábamos a cantar, hacíamos teatro en su habitación, nos disfrazábamos con la ropa de sus hermanas más mayores y lo pasábamos súper bien.

Otro momento agradable es cuando se hacían procesiones de Semana Santa en Manises y pasaban por nuestra calle (antes pasaba todo). Se abrían las puertas de casa con todas las luces encendidas y se sacaban sillas para toda la familia. Venían todos los tíos y los primos y mi abuela se sentaba en un sillón de mimbre y los más pequeños en el banquito de la puerta. Salíamos a la calle un buen rato antes de que pasara la procesión y saludábamos a los familiares o amigos de los vecinos. La gente se paraba y hablaba. A veces cuando conocías mucho al que pasaba, también le sacabas una silla para que viera la procesión sentado, porque entonces las procesiones eran larguísimas.
Otro momento más reciente es cuando nació mi hija. Cuando me harté de que mi madre viniera a casa a cuidarme (que fue el primer día). Quería venir a mi casa para hacer la comida, cuidar de la niña y hacer la limpieza. (me molestaba que hiciera cosas que yo podía hacer). También venían a comer mi hermano y mi padre, y mi madre se pasaba la mañana preguntándome dónde tenía las cosas de cocinar en una cocina de medio metro cuadrado. Le dije que como yo estaba muy bien, y además tenía que sacar al bebé a pasear todos los días, que hiciera la comida en su casa y yo vendría a comer después de darle un paseo. El primer día que fui a comer, la abuela sacó a la nieta del carro, la cogió al brazo y fue puerta por puerta a que la conocieran las vecinas. Fue a casa de Pilarín, de Milagro, de Carmen, de las tres Finas y de las dos Amparos. Era la única niña de la calle y decían que era muy guapa y yo estaba muy feliz.