En la imagen, la mujer de Marticorena, Pilarín el día de su primera comunión con sus padres en la calle Cura Catalá.

No nací en esta calle, sino en la calle Mayor. En esta calle y en esta casa que ahora vivo, nació mi mujer. Antes esto era una era, y antiguamente hasta que murió el cura Catalá, esta calle era llamada, calle de las Eras.
Cuando me casé vine a vivir aquí, donde ya vivían mis suegros. En esta calle siempre ha reinado la armonía entre vecinos y han estado las puertas de las casas siempre abiertas fisíca y metafóricamente, ayudándonos entre todos fuera cual fuera la mentalidad de cada uno y disfrutando de una seguridad que ahora no conocemos.

Nos hemos llevado todos siempre excelentemente. Una especie de familia, un concepto de vecino que ahora se ha perdido. Milagro, otra vecina de nuestra calle, llamaba mare a mi suegra sin tener ningún tipo de parentesco con ella, y reciprocamente, los hijos de Milagro mamá a mi suegra.

Recuerdos buenos tengo muchos, ya que prácticamente he pasado aquí toda mi vida.
Recuerdo una paella que hicimos en la carnicería que antes había en esta calle, todos los vecinos.

Y también recuerdo como si fuera ayer, la fiesta que se montó en la calle como protesta a la televisión. La fiesta de la Virgen de los Desamparados en 1973. Cuando Juano, otro vecino hizo de Rey Mago para los niños. Me acuerdo también de Julio el Carbonero, de la tía Ausiliadora que vendía gaseosas... hay tantos buenos recuerdos que es muy difícil quedarse con sólo uno.